«La sociedad digital ha llevado la presencia de la violencia a cada hogar cada minuto»

Esta semana, nuestro entrevistado es el criminólogo y escritor valenciano Vicente Garrido. Garrido es doctor en Psicología y Graduado en Criminología, así como uno de los pioneros y de las autoridades más reconocidas en el ámbito de la criminología violenta. Ha sido consultor de Naciones Unidas, y ha asesorado en diferentes casos a la Policía y a la Administración de Justicia, elaborando el perfil que ayudó a capturar al asesino múltiple Joaquín Ferrándiz. Entre sus libros publicados figuran: El rastro del asesino, Cara a cara con el Psicópata, Los hijos tiranos y Perfiles criminales. GINÉS J. VERA

Acaba de publicar Asesinos múltiples y otros depredadores sociales (Planeta), también este año publicó, junto a Nieves Abarca, El beso de Tosca (Planeta). En el libro ya nos dice que «la ficción es más efectiva que la no ficción cuando se trata de cambiar las actitudes». Habiendo dado el salto a la novela, ¿a qué obedece este regreso al libro divulgativo, al ensayo?
El ensayo cumple una función diferente a la novela. Mientras que la ficción busca generar emociones y, a partir de ellas, hacer reflexionar al lector, en el ensayo se busca explicar, alumbrar ideas, promover la discusión en el seno de la sociedad, pero también en el terreno de la política criminal. Me muevo entre estos dos ámbitos, en ‘El beso de Tosca’ hay violencia, pero está al servicio del suspense… Podríamos decir que en ‘Asesinos Múltiples’ explico por qué los personajes de ‘El beso de Tosca’ actúan como lo hacen.

La sociedad, según su experiencia, ¿tiende a ser cada vez más violenta emocionalmente hablando?
Este es un tema controvertido. Steven Pinker ha probado que, en términos de violencia grave (homicidios, genocidios, guerras, etc.) la humanidad nunca ha estado mejor; es decir, que cada vez se mata a menos gente. Sin embargo, otra cosa es la percepción de la violencia. La sociedad digital ha llevado la presencia de la violencia a cada hogar cada minuto; nunca hasta ahora, paradójicamente, tenemos esa sensación de que la violencia está en todas partes… porque su representación es global y permanente. Por otra parte, la tecnología digital permite que los sujetos amorales o simplemente ignorantes sin escrúpulos tengan un altavoz con el que enviar sus mensajes de odio o de hostilidad… Esa violencia de baja intensidad, pero muy nociva para la convivencia porque genera un ambiente de confrontación donde se atacan los valores esenciales de la convivencia (el respeto al otro), que ataca la dignidad de las personas, nunca ha existido de modo tan intenso como hasta ahora.

Una categoría de asesinato múltiple no muy frecuente ni la que causa más ansiedad entre el público, leemos, es la del individuo que asesina –motivado– por dinero a varias personas, como en el ejemplo con el que abre el libro. Al parecer, lo que si consterna a nuestra sociedad y genera más «miedo social» es, por ejemplo, la matanza de alumnos en institutos (como la de Columbine) o  en universidades (como la de Virginia, ambas en EUA). ¿A qué es ello debido?
Toda violencia masiva, sin que tenga una causa clara o predecible, genera un gran temor, porque no hay nada que provoque más miedo que no saber cuándo uno puede ser atacado de forma letal. Los tiroteos en escuelas, además, por llevarse a cabo en lugares donde los niños deberían estar particularmente protegidos, tienen efectos más devastadores, porque socava la misma base de la institución social: los lugares de aprendizaje se convierten en lugares de muerte.

En el apartado dedicado a la conclusión de su libro leemos un apartado sobre la fascinación del mal y su mecanismo. Una fascinación que parece inducir en ocasiones a la imitación. Lo cual nos lleva a pensar en los asesinos múltiples por imitación, asesinos que quieren identificarse con otros asesinos previos y que parece tener una justificación neurológica en un descubrimiento reciente: las neuronas espejo. ¿Nos lo comenta brevemente?
Las neuronas espejo ponen de relieve que las personas activamos las mismas funciones cerebrales cuando realizamos un hecho que cuando lo vemos realizar a otro. Esto subraya el poder de la ficción: las historias que vemos o imaginamos activan emociones que sienten los protagonistas de tal ficción. Por ello determinados sujetos vulnerables pueden desear imitar a los criminales, si sienten emociones de poder y control tal y como las sienten éstos. Pero no olvidemos que las acciones bondadosas y altruistas pueden tener el mismo efecto, ¡por fortuna!

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