«LA NOVELA DEJA TRASLUCIR LA IDEA DE QUE PAULATINAMENTE HEMOS IDO DESHUMANIZANDO EL MUNDO»

Entrevistamos en este año recién inaugurado a la escritora valenciana Mila Martínez. Licenciada en Derecho, publicó en 2009 la novela No voy a disculparme iniciando una serie a la que le siguieron Tras la pared (2010), Autorretrato con mar al fondo (2011) y La daga fenicia (2013) galardonada con el Premio Fundación Arena de narrativa LGTBQ en su octava edición. Con el relato Sin tocarte ha participado, junto a otras once autoras, en la antología titulada Donde no puedas amar, no te demores de la Editorial Egales. Mis noches en el Ideal Room (Egales) es su primera novela independiente de la serie, y por la que le preguntamos. GINÉS J. VERA

La fotografía y su universo están muy presentes no solo en la trama, también en los personajes, en la portada y en tu fotografía de solapa. ¿Es una pasión «oculta», hay imágenes que no pueden describirse con palabras ni aunque se pudieran novelar?
Efectivamente, me gusta la fotografía y vivo dentro de ese mundo ya que mi pareja es fotógrafa. En esta novela he intentado aunar esa pasión por la fotografía con la necesidad de contar unos hechos históricos que, pienso, deberían guardarse en la memoria. En ellos hay imágenes y circunstancias que, en ocasiones, se hace muy difícil describir con palabras. Por otra parte, siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras, aunque espero que esta novela haya creado sus propias imágenes difíciles de olvidar.

Al comienzo del libro, en la nota de autora, nos adelantas que te has tomado una licencia literaria con dos personajes reales: Gerda Taro y Ted Allan. Lo haces desde la admiración. ¿Por qué decidiste introducir a esta pareja en tu novela y a qué se debe esa admiración que comentas?
Ted Allan es un personaje entrañable, aunque lo he utilizado más bien como apoyo a Gerda Taro, que es una de las protagonistas importantes de la novela. Es a esta mujer a la que me apetecía hacer un homenaje. Gerda fue una de las fotoperiodistas más importantes que contó para publicaciones francesas como Ce soir o Regards lo que pasaba en nuestra guerra. Desgraciadamente, se convirtió en un mito del fotoperiodismo al morir con 26 años, víctima de un accidente en la batalla de Brunete y de su afán por estar siempre en primera línea de la acción. Iba subida al lateral de un coche, haciendo fotografías de la retirada del ejército republicano y un tanque dio un bandazo y arremetió de forma fortuita contra el vehículo. Su muerte ocurrió justo un par de meses después del tiempo en que se desarrolla la novela. A Gerda se le conoce principalmente por haber sido la pareja profesional y sentimental del fotógrafo Robert Capa. Quise hacerle algo de justicia con esta novela porque su desgraciada muerte, junto con el machismo imperante de la época, provocó que la autoría de la mayor parte de las fotografías que hicieron los dos se imputara a Robert Capa. El nombre de Robert Capa fue creado por ambos para visibilizar su trabajo común, otorgándole un aire americano. Ella era alemana y él húngaro. Sus nombres reales eran Gerda Pohorylle y André Friedmann. Numerosas investigaciones señalan que ambos trabajaban juntos y se intercambiaban las cámaras, por lo cual no puede asegurarse que las fotografías rectangulares, hechas con una Leica, las hiciera solo él, o las cuadradas, realizadas con una Rolleiflex, fueran de Gerda. De hecho, en diversas fotografías de la época se ve a Gerda Taro utilizar la Leica.

Uno de los valores de la época en la que trascurre la historia es la solidaridad. Se remarca varias veces incluso en contraposición con la época actual. Otro es el de los ideales y el dinero por los que «batallar y morir cada día», entonces y ahora, respectivamente. Coméntanos este detalle porque creo que es también parte de la lectura profunda de esta novela.
La novela deja traslucir la idea de que paulatinamente hemos ido deshumanizando el mundo. En aquella época ocurrían cosas muy difíciles de hallar hoy en día. Las familias abrían sus casas a miles de personas que se resguardaban en Valencia, ya que no había alojamiento ni comida para todos. La solidaridad era una forma de supervivencia. Ya ves lo que está ocurriendo en la actualidad con los refugiados. No puede negarse que hoy la gran mayoría de acciones tienen su motor en ese monstruo que hemos erigido en dios: el dinero. Por fortuna, todavía hay personas que tienen otras motivaciones principales en sus vidas y sus acciones solidarias lo demuestran.

Mis noches en el Ideal Room es una novela con un fuerte componente histórico, no en vano la historia nos transporta al mes de mayo de 1937, en plena contienda de la Guerra Civil española en la ciudad de Valencia. Háblanos de la labor documental visible e invisible a la hora de ficcionar este episodio de nuestra Historia reciente.
Efectivamente, esta novela lleva un intenso trabajo de documentación detrás, ya que no soy experta en la guerra civil española y he tenido que estudiar muchísimos aspectos de aquella época para ser lo más fiel posible a la Historia. Una de las fuentes de las que se ha nutrido la novela ha sido un proyecto de investigación que cayó en mis manos, elaborado por Mª José Garrido para conseguir el Diploma de Estudios Avanzados en Comunicación. El proyecto versaba sobre los bombardeos en la ciudad de Valencia durante la guerra civil española vistos por las revistas gráficas de la época, especialmente por la revista Crónica. Cuando leí el trabajo de investigación de María José me di cuenta de lo poco que se conoce sobre lo que pasó en Valencia durante ese tiempo. Podría dar la impresión de que el hecho de que Valencia estuviera en la retaguardia garantizaría una cierta seguridad, que la gente viviría dentro de una normalidad, que existía ese “Levante feliz” del que hablaban, pero no era así. Aquí hubo bombardeos continuos durante la guerra y los muertos fueron numerosísimos. Todos intentaban seguir con sus vidas al margen de la guerra, pero el terror estaba siempre presente.
Por otro lado, he querido reflejar los acontecimientos de ese mayo de 1937 en el que discurre la trama. En este sentido, a parte de una extensa bibliografía, me leí día a día los periódicos de la época, especialmente “El Mercantil Valenciano, Diario Republicano de Izquierdas”, del cual tengo todos los ejemplares escaneados desde el primer día de la guerra hasta al último. He querido ser absolutamente rigurosa, incluso hora a hora, con lo que sucedió durante esos 17 días en Valencia, y no solo con los acontecimientos políticos, sino con los pequeños detalles diarios. Dentro de la bibliografía utilizada, podría destacar algunas publicaciones editadas por la Universidad de Valencia como Valencia 1931-1939. Guía urbana de la ciudad en la 2ª República, El País Valencià sota les bombes (1936-1939), En defensa de la cultura: Valencia, capital de la República (1936-37), o la Colección de la guerra civil en la Comunidad Valenciana, de la Editorial Prensa Valenciana. Por otro parte, y en el ámbito de la fotografía, cabría destacar Fotografía de guerra (Valencia 1937-1938), de Joaquín Sanchis Finezas, 1900 Valencia en imágenes, de Rafael Solaz, Recorrido por la Valencia antigua a través de tarjetas postales de la ciudad, diversos libros de fotografía de la Agencia Magnum, Gerda Taro, la sombra de una fotógrafa, de François Maspero, o La maleta mexicana. Colección de fotografías redescubiertas de la guerra civil española, de Robert Capa, Chim y Gerda Taro.

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