«La mujer es la unión, es la fuerza que hay detrás del minero»

Mercedes Ordás llegaba a una nueva jornada del festival La cabina para presentar ante el público una de las piezas a concurso de su sección Amalgama. Mercedes es una de las muchas personas implicadas en un trabajo documental que, bajo el muy descriptivo título de Puta mina, narra las dificultades por las que se encuentra el mundo de la minería en Castilla y León. Nos situamos en la pequeña población de Ciñera, en la provincia de León, una zona cuya prosperidad dependía enteramente de la mina. Pero el futuro de esta industria parece sentenciado. La empresa decidió cerrar las excavaciones provocando la consecuente situación de paro general. A partir de ahí, a los mineros solo les quedaba una salida: tratar de llamar la atención sobre su situación. La cámara aborda el ascensor que desciende hacia el fondo de la tierra. A partir de ese momento, todo es oscuridad. La mina no es precisamente un espacio amigable para los visitantes. Pero es su mundo. De fondo escuchamos las voces de las mujeres de los mineros, protagonistas de este relato que, como Mercedes, cuentan lo que ha sido, lo que queda y lo que podría ser. GERARDO LEÓN

Lo primero que quería que nos contaras son los antecedentes de la situación de la que parte esta película. 
Pues bueno, te diré que la empresa minera es La Hullera Vasco-Leonesa y es privada, capital privado. Siempre ha dependido en cierta medida de las subvenciones del gobierno hacia el carbón. En el 2012 empiezan a proponer ERE’s y llevarlos a cabo porque el gobierno empieza a recortar las subvenciones. En realidad, los mineros ya no salen a la carretera para defender sus propios derechos como obreros, sino para defender a la empresa. El sindicato te mete que, si la empresa cierra, tú no comes. Entonces, tienes que defender a la empresa. Se van encadenando ERE’s, uno tras otro y al final se llega a la quiebra. Lo más inmediato es que se cierra la mina interior. Pero la mina de Ciñera Matallana Santa Lucía es una cuenca muy grande que abarca tres valles distintos. La mina tiene gas, grisú, tiene agua y puede tener derrumbamientos en cualquier momento. Y hay fuego porque el carbón, en un momento dado, si tiene mucha oxigenación, si tiene mucho oxígeno, se oxida, prende. Ese carbón ya no se apaga, no da llama, pero da mucho calor. Entonces, cuatro compañeros, cuatro mineros se encierran dentro del pozo para pedir tanto al gobierno central como a la comunidad de Castilla y León que nos dé tiempo y dinero para poner la mina en condiciones óptimas de seguridad, para que mañana no haya un derrumbe, una explosión de grisú o un embasamiento de agua que rompa y enfangue todo lo que pille a su paso. Porque el problema del agua es que, por la pendiente del terreno, terminaría en la villa de La Robla y la destrozaría. Están diecinueve días encerrados y aquí es donde la antropóloga Conchi Unanue, en colaboración con el MUSAC (Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León) les da una cámara para que vayan rodando imágenes sobre la mina. Porque estamos viendo que esto se acaba, la mina se acaba y con ello las cuencas. El proyecto empieza así.

La película está realizada por un colectivo que lleva el nombre de su título. Quería preguntarte, ¿cómo se emprende un proyecto audiovisual en grupo?
Bueno, Conchi se pone en contacto con el MUSAC que ofrece una colaboración, sobre todo de cámaras de video y de grabadoras sonido. Y coincide que Conchi es de Ciñera. En Ciñera todos somos una familia, a veces mal avenida, otras no, pero somos una familia, ya sabes (risas) Ella da las grabadoras a ciertas mujeres y, simplemente, decías: oye, hablemos un poco de la mina; o vamos a hacer esto, ¿qué te parece?, ¿te apetecería recordar, comentar y charlar sobre ello? Y así, a lo tonto a lo tonto, tenemos horas y horas de charla y de recuerdos y de emociones, de sentimientos.

Las mujeres de los mineros sois la voz narradora de este relato. ¿Por qué decidisteis ser vosotras las que fuerais el vehículo de la historia?
Porque te das cuentas de que los hombres siempre han tenido su cuota de participación en estos temas. Hay varios documentales, películas y libros sobre los mineros hombres, pero nadie se ha preocupado de la mujer que hay detrás, de la madre, de la hermana, de las esposas, de las hijas… Nadie se ha preocupado por saber que la mujer siempre ha estado detrás de ese hombre. Eres la que lleva la familia, le recoge cuando tiene un accidente, es quien consuela, quién está ahí, es el sustento. Las cuencas se forman porque los mineros vienen a trabajar a la mina, pero después de quince días o un mes, traen a su familia. Son gente totalmente desconocida que, de repente, tienen que vivir juntos, trabajar juntos, y las mujeres nos unimos entre nosotras porque nos necesitamos. Necesitamos hacer familia, necesitamos una vecindad, una solidaridad, un compañerismo, un compartir entre nosotras. Creo que ese es el nexo de todo esto, que la mujer es la unión, es la fuerza que hay detrás del minero.

Una de las cosas que comentáis es esa confrontación que se presenta entre las duras condiciones de vida que presenta la mina y, por otro lado, la necesidad de mantenerla como única forma de subsistencia para una zona económicamente deprimida.
Es que tienes que darte cuenta de que las cuencas mineras, en todas, son un monocultivo, y es el carbón. La empresa carbonífera, de alguna manera, no deja que haya nada más. Todo es alrededor del carbón, no hay más industria. Puede haber servicios, restaurantes, tiendas de ultramarinos o supermercados, pero no hay más industria que esta. Ahora mismo se va la mina y se va todo. La mina nos ha dado de comer, nos ha dado estudios porque la empresa, la Hullera Vasco-Leonesa, se creó después de la posguerra y tenía mucho poder, y lo que hizo fue un tejido alrededor de ella. Te construye el pueblo para sus mineros, te pone cine, te pone colegios, te lo pone todo. Incluso, tú ibas al banco y decías que tenías nómina de la Hullera Vasco-Leonesa y no tenías ningún problema para que te dieran un crédito, hasta ahí llegaba. Todo dependía de la mina, todo era “La Vasco” y, de repente, cuando la mina se acaba, no tienes nada. En el documental se habla de una jaula de oro y es así. Lo tienes todo en la zona, no te hace falta irte fuera a buscar nada, pero cuando te vas fuera te das cuenta de que estabas en una jaula de oro.

El problema es que no ha habido una alternativa laboral a esta industria. ¿Qué crees tú que ha fallado en ese sentido? ¿Ha habido una falta de previsión?
Ya en el noventaitantos nos dijeron que el carbón se acababa. No que se acababa el carbón, como carbón, o sea el mineral está ahí y las expectativas que tenía la empresa era que incluso en el 2050 podía estar sacando carbón. Lo que se acababan eran las subvenciones, las ayudas, se empezaron las pre-jubilaciones. Entonces, lo que ha pasado es que el minero no ha reconocido que realmente se acababa su vida como minero porque el gobierno, la empresa o las eléctricas no iban a seguir adelante. Por una parte, la comunidad o el gobierno no te ha dado infraestructuras ni te ha ayudado a poner industria y, por otra, el minero no ha tenido esa visión de futuro de que se acababa y que tenías que hacer algo más. A pesar de que ha habido planes INER, un montonazo de dinero, millones de euros que se han ido a arreglar carreteras o hacer plazas. Ahora mismo están los planes de Dinamización de las Comarcas Mineras, pero estamos en las mismas. Al final, tú recoges esos planes y están hablando de que van a poner el tejado en no sé qué iglesia o que te dan cursos de formación para una industria que no hay en la zona. Es la pescadilla que se muerde la cola.

Sobre las subvenciones a empresas, recientemente ha habido otra multinacional con la que parece que ha ocurrido algo parecido… 
Aquí también, en León. Vestas, que es una empresa cuyo capital es de Dinamarca. Son aerogeneradores. Ha estado no sé si diez o quince años a base de subvenciones de la Junta de Castilla y León, pero cuando la Junta ha decidido que ya no hay subvenciones, que la empresa es viable por ella misma, ha decidido que los beneficios no son suficientes y se va a otro sitio donde o les pueden dar subvenciones o pagar menos a sus obreros, y deja en la calle a quinientas personas directas y todos los empleos que hay alrededor. Como pasó con la mina. Son los tres mil y pico mineros que había, pero también trasportistas y todo el entramado de pequeñas empresas o de empleos que hay alrededor dependientes de ello, que también se han ido a la calle. No estamos hablando de quinientas personas, como en Vestas, sino de mil o mil y pico. Llega un momento en el que todo el mundo depende de la mina o del sueldo de ese minero y, cuando ya no hay, no hay para nadie.

El tema del carbón también suscita una cuestión complicada que se aborda en el documental. Y es que está muy cuestionado como forma de energía, sobre todo desde un punto de vista ecologista. Quería preguntarte sobre esta dificultad. ¿Cómo se lucha por algo que, aparte de las circunstancias económicas, no es bien visto por la sociedad como forma de energía? Y no lo digo alegremente, como un ataque, sino como algo que se está planteando en muchos sectores. Hay quien dice simplemente “hay que cerrar esto”, y aunque no piense que esa deba ser toda la respuesta, al mismo tiempo hay que lidiar con ello.
Sí, empezaríamos porque en Santa Lucía, que es donde están ahora mismo los pozos, es una explanada con unos edificios alrededor y está el pozo como se ve en la película. La mina de interior horada la montaña por dentro, hace túneles por dentro. Pero es que al lado tenemos la mina de cielo abierto y realmente es muy impresionante porque, te digo todo lo contrario, está cavando la montaña de arriba hacia abajo. Y bueno, yo creo que los ecologistas deberían ir a verlo, ver la película (porque a la mina ya no puedes entrar), las imágenes, aunque no oigan nuestros comentarios, y luego pasarse a ver una mina de cielo abierto. A ver qué es más ecológico. Por otra parte, lo que se plantea es que el carbón nacional ya no tiene tirón ahora mismo, ya no interesa a nadie, interesa más el carbón de importación. Claro, vosotros estáis en Valencia. Yo estoy en León, pero estoy muy cerquita de Asturias. En el [puerto de] El Musel, en Asturias, en Gijón, se acumula carbón de importación. Ahora mismo están teniendo unos problemas enormes porque con todas estas borrascas que vienen y la ciclogénesis el viento levanta el carbón y deposita polvo de carbón por todas partes. Es un problema medioambiental grande. Ya no vamos a entrar en el tema de que el carbón de importación, de dónde se saca, quién lo saca y en qué condiciones. Tienes que tener en cuenta que viene en barco al puerto de El Musel, y ahí se carga en camiones que pasan por nuestra carretera, delante de nuestros pueblos. Cuando nosotros estamos parados, estamos viendo pasar camiones cargados de carbón. Ese tampoco es ecológico. Sin embargo, La Vasco tenía un sistema que en la misma cuenca sacaba el carbón por un túnel al lavadero y lo llevaba directamente a la térmica. O sea que ya el transporte te lo quitabas de en medio. Si luego sumas que las térmicas dependientes de las eléctricas, no de la empresa minera, sino de la eléctrica que la trabaja, tendrían que haber puesto desde hace mucho tiempo filtros en las chimeneas para evitar el azufre y demás, entonces te das cuenta de que mucho ecologismo, pero en realidad quien está dando problemas es la eléctrica y nadie le dice nada. Es más, tenemos el problema de que si no hay filtros las térmicas se cierran y las eléctricas se niegan a poner esos filtros a pesar de los beneficios que tienen. Es un poco relativo. Creo que el ecologismo está muy bien, que tenemos que optar por energías limpias, pero antes de cerrar necesitamos tener y en León no tenemos. Estamos hablando de Vestas, estamos hablando de que la Junta dio subvenciones para poner aerogeneradores y para poner campos de placas solares que no se han llevado a cabo, que esas industrias se han ido a pique. O sea que no tenemos otra alternativa.

La película se basa en las imágenes grabadas por los mineros. Esto establece una relación con el espectador que queda, así, como una especie de intruso que se mete en ese espacio. ¿Por qué decidisteis centrar toda la narración en esa única imagen?
Pues porque, desde hace muchos años, siempre hemos oído que el minero es un privilegiado. Siempre te dicen que si los sueldos, pero sueldos, los de hace veinte años, con las primeras prejubilaciones. Ahora ya no son tan sueldos, se ha ido recortando mucho. Pero no solamente en sueldos, también en seguridad, en complementos, en todo. La gente no se da cuenta de lo que hablamos en la película, que la mina es muy negra, muy oscura, que solo ves con el foco, y el frontal que llevan los mineros solo alumbra hacia delante, no alumbra hacia atrás, que te llueve, que te cae el agua, a veces gotita a gotita y otras veces un poco más fuerte, que tienes que trabajar en esas condiciones, que el martillo va con aire comprimido y golpea tus articulaciones. Con cuarenta años, un minero que lleve ocho o diez años en la mina va a pedir trabajo en otro sitio y no te lo dan porque tienes problemas de articulaciones, de espalda, de silicosis. O sea que el trabajo es duro. Y como siempre nos han llamado privilegiados, (somos privilegiados por una parte y luego terroristas por otra –risas–) pues bueno, nos gustaba que la gente se meta en la mina y tenga una visión de eso. Una visión muy pequeña, pero que a la gente le impacta. Y eso que no hay nadie trabajando, es decir, no estás viendo el polvo en suspensión que te estás comiendo. La idea es que la gente se meta dentro de la mina y tenga una pequeña idea de cómo es en realidad, no lo que nos han vendido.

La película deja fuera los rostros de las entrevistadas. Quería preguntarte si es una decisión para mantener el anonimato o si hay otro motivo. ¿Cuál es la intención?
Yo creo que es porque te da más libertad. Aunque la gente que te conoce puede relacionar tu voz con tu cara, de alguna manera el que no se vea el rostro te da más libertad para poder hablar y para poder opinar y poder decir “yo pienso así”. Si se te ve la cara parece que te van a conocer y a ver qué le parece a aquel… Tenemos horas y horas de conversaciones. Tendríamos para otro par de películas (risas) Yo creo que simplemente es eso, la libertad de poder opinar sin la cortapisa de si esta es fulana o es mengana.

La película plantea la constante presencia de la muerte alrededor de la mina. Hay una tensión constante que sufre el trabajador y los que están a tu alrededor. Quería que nos hablaras de ello.
Es que realmente es así. Tú bajas al pozo y no sabes si vas a subir. Creo que todo el mundo lo tiene interiorizado, todo el mundo lo sabe. Y entonces, como que vives más, sientes más precisamente por eso. Tú hablas con jubilados, con prejubilados y te dicen que echan de menos estar allí. Pero yo creo que no echan de menos el trabajo en sí, sino que echan de menos el compañerismo, la camaradería que tenían entre ellos y esa unión porque realmente sabes que puede pasar cualquier cosa en cualquier momento. El agua puede romper una pared y llevarte, un mal tropiezo, una de las mangueras que llevan el aire comprimido al martillo puede romperse y te puede dar un golpe, y más de uno se ha quedado sin dientes. O sea que los accidentes están a la orden del día, accidentes más leves, pero también puede haber muertes. Y lo tienen tan interiorizado que ni siquiera hablan de ello. Pero creo que lo tienen muy presente porque siempre están, voy a decir de cachondeo, no es la palabra exacta, pero siempre están intentando tener una alegría de vivir.

Hay una cuestión que tratáis en la película y es el de la pérdida de la solidaridad en el mundo laboral. ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha fallado para que se pierda esa solidaridad? 
Pues yo creo que al ser un pueblo donde todos los mineros se conocen, donde todos los mineros conviven juntos, la unión es muy fuerte. Si alguien viene a hacerle daño a mi vecino yo voy a defenderle. Pero llegó un momento en el que la misma empresa, teniendo casas libres, no daba casa a los matrimonios jóvenes, les hacía irse a buscarse la vida a otro pueblo, a la Roda, a Pobla, incluso a León. Y les daba facilidades porque ponía la fosca que es el autocar que llevaba a los mineros al trabajo. Tú podías irte a vivir a León y a las seis de la mañana coger el autocar para venirte a trabajar a Ciñera. Te disgregan, de alguna manera te separan de tu familia, de tus vecinos, de tu núcleo para que no tengas tanto apego. Yo creo que realmente empieza ahí, que la empresa vio que no se podía con nosotros (risas) y nos fue separando, nos fue deshilachando. Aun así, el sentimiento de permanencia y de unión sigue estando ahí. El ejemplo lo tenemos en el 2012, pero yo creo que empezó ahí, con las prejubilaciones, algo orquestado. Antes de empezar a tener problemas de envergadura con los mineros, vamos a separarles. Por eso en la película decimos que nos parece que fue un plan a largo plazo para que esta unión ya no fuera tan fuerte.

Hay una frase de la película que dice que “de lo que no se habla parece que no ha pasado”. ¿Qué significa para ti?
Pues sobre todo es por el tema de los accidentes y de las muertes. Los mineros cuando tienen un accidente se vuelcan en la familia, pero puede ser, como mucho, un mes porque tienen que seguir bajando a la mina. A pesar de que lo tengan interiorizado, de que puedes perder la vida ese mismo día, tienen que seguir bajando. Entonces, es eso, si no hablas de ello no ha pasado. Sigue estando ahí, pero es como el avestruz que esconde la cabeza. Nos parece que el no hablar de los accidentes o de las muertes es una defensa psicológica para poder seguir bajando sin tener miedo. Ha habido gente que ha estado en un accidente, que, aunque no le ha tocado a ti, has tenido que meterte a por tus compañeros, que has visto que el compañero que estaba a un metro de ti ha muerto y tú te has librado por un pelo y psicológicamente están mal y han tenido que pedir la baja. Son pocos, pero los hay. Todos los demás, que no han pedido la baja, siguen teniéndolo ahí.

Para terminar, por cerrar el ciclo, ¿qué soluciones habría para la zona?
Pues la verdad es que ahora mismo ya no se podría abrir porque, aparte de que está desmantelada, la mina que no está siendo trabajada continuamente tiene peligros de derrumbes o de grisú, de agua o de fuego. Es muy peligroso. ¿Soluciones? ¿Alternativas? Es difícil porque somos una zona de alta montaña. Ahora parece que todo pivota alrededor de las casas rurales, del turismo rural, del senderismo. Se podría hacer, pero hasta cuándo. No tienes terrenos propios porque prácticamente todo es de la empresa. La empresa se dedicó a comprar terrenos y a hacer sus propios edificios, colegios, fábrica, incluso tenía una central eléctrica. Pero se va la empresa y todo está sin mantener. Podrías aprovechar esos edificios para hacer industria, para poner una quesería o una fábrica, pero tendrías que invertir muchísimo dinero. Luego las comunicaciones tampoco son muy buenas. Tenemos una nacional que va al puerto de Pajares que hace un mes estuvo cubierto por la nieve y Asturias fue una república independiente porque estaba incomunicada con España. Y luego, por ser alta montaña tenemos muy mala cobertura de red. Entonces, tampoco puedes poner una industria que necesite de ordenadores y de red con velocidad. Todo eso está por solucionar. Primero las comunicaciones terrestres, y luego las on-line, y a partir de ahí podrías hacer algo. Sería cuestión, primero, de poner infraestructuras y después intentar levantar algo.

Según me cuentas, nadie usa esas instalaciones propiedad de la empresa, pero, ¿sigue funcionando como razón social?
Sí, lo que pasa es que está en concurso de acreedores. Hay una administración concursal que tiene que pagar todo lo que la empresa debe. No puede generar deuda y liquida todos los bienes de la empresa. El dosier de los bienes de la empresa son casi cuatro dedos porque tiene cosas incluso en Barcelona, aquí en la costa tiene también terrenos y pisos. Una de las cosas que liquidaba era el pueblo de Ciñera porque construyó las casas y fíjate que ni siquiera estaban dadas de alta como vivienda. Ese era el poder que tenía la empresa en aquellos tiempos. Te diría que Arias Navarro era el cuñado del dueño de La Vasco. Hay un montón de terrenos, de edificios, la fundación, el archivo histórico que depende de la administración concursal que está en liquidación. Y ahí están.

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