“La actitud emana de tu deseo, de tu intención y de tus comportamientos”

Esta semana nos concede una entrevista Fernando Abadía Hernández que acaba de publicar Tu actitud es tu llave maestra (Editorial Gestión 2000). Abadía es licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Córdoba y Executive MBA y Máster en Dirección de Marketing. Fundador y Director General de Talento Farmacéutico y Sanitario, trabajó en varias multinacionales farmacéuticas. También es autor del libro El talento de los líderes (Círculo Rojo). GINÉS J. VERA

Nos introduce a Elena, un personaje ficticio, en dos momentos de este Tu actitud es tu llave maestra. A partir de un ejemplo ilustrativo con ella, nos comenta que muchas personas, debido a su actitud, sufren aislamiento social, laboral y afectivo. Me sirve para preguntarle precisamente por las consecuencias de no saber gestionar una actitud positiva en la vida.
Las consecuencias pueden ser muy diversas, dependiendo de cada persona, de cuál es su carácter, de la importancia que le dé a las relaciones con los demás, a su trabajo, etc. Lo que sí es común en todas las personas que adoptan una actitud negativa de forma continuada es que no son felices. Solo hay ser un poco observador y estar atento a lo que sucede a tu alrededor. En muchas personas, es muy evidente esa infelicidad mientras que en otras va por dentro. La actitud positiva es como un masaje que te reconforta y hace que no te duela nada, mientras que una actitud negativa es como tener una contractura permanente. Al mismo tiempo, ese malestar es proyectado hacia los demás y comienza a generarse esa zona de ruido emocional que no es agradable para nadie. Muchas personas acaban sintiéndose solas, como Elena.

Para abordar la gestión eficaz de nuestra actitud propone un método bastante sencillo dividido en cuatro áreas: la positividad, la proactividad, el compromiso y la sociabilidad. Todo y que cada una de estas a su vez la integran otras habilidades personales, díganos cómo ha llegado a la conclusión de que son estas cuatro áreas las más importantes, quizá basándose en su experiencia a lo largo de los años.
Por supuesto, mis conclusiones parten de mi propia experiencia. La actitud tiene muchas facetas. Yo me he querido centrar en cuatro que considero fundamentales para tener éxito en el ámbito profesional: positividad, proactividad, compromiso y sociabilidad. Hay otros aspectos importantísimos que ayudan a tener éxito, como la capacidad de adaptación a los cambios y la capacidad para solucionar problemas, pero estos encajan más en el campo de la habilidades y competencias que en de la actitud. La actitud emana de tu deseo, de tu intención y de tus comportamientos. Las habilidades o competencias se adquieren gracias a haber adoptado la actitud adecuada. Son una consecuencia.

Curiosamente, entre las propuestas que nos lanza con este libro, no solo están los conceptos, también nos anima a tomar lápiz y papel para hacer un ejercicio práctico personal analizando nuestra actitud y nuestro compromiso hacia el cambio de esta. Coméntenos eso que llama “pasar el antivirus” frente a la toma de conciencia de nuestra actitud.
La rutina nos impide pararnos a pensar, y ese es el principal enemigo para adoptar la mejor actitud en cada momento. Por ello, considero que es importante ponerse deberes a uno mismo y analizar, al menos una vez al día, qué hemos hecho y cómo lo hemos hecho. Para analizar nuestra actitud debemos centrarnos en los cómos. Eso es pasar el antivirus. Si con algo no nos encontramos satisfechos debemos anotarlo y analizar las consecuencias que tiene hacerlo de la forma en que lo hemos hecho y las que habría tenido si lo hubiéramos hecho de otra forma. Para alguien que no haya realizado nunca este ejercicio de autoanálisis, recomiendo que se tome algo de tiempo para sentarse y coger un papel y un bolígrafo. Al cabo de poco tiempo se convertirá en algo automático. El objetivo es que esta saludable práctica se convierta en un hábito.

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