ALEJANDRO PEDREGOSA

Alejandro Pedregosa (1974) estudió Filología hispánica y Teoría de la literatura en la Universidad de Granada. Con su primera novela, ‘Paisaje quebrado’ (Germanía, 2004) obtuvo el Premio de Novela Corta José Saramago. Años después publicó El dueño de su historia (Point de lunettes, 2008), tras la cual inicia una serie de novelas criminales, la primera de ellas, Un extraño lugar para morir (Ediciones B, 2010), se desarrolla en Pamplona durante las fiestas de San Fermín, mientras que Un mal paso (Ediciones B, 2011) sitúa la acción en Santiago de Compostela y en el famoso Camino que lleva su nombre. A pleno Sol (Temas de Hoy, 2013) es la tercera novela de la serie y está ambientada en la acampada de Indignados que tuvo lugar en la Puerta del Sol durante la primavera de 2011. Ha escrito también cinco libros de poemas, destacando Los labios celestes (Pre-textos, 2007) con el que obtuvo el Premio Arcipreste de Hita. Asimismo ha publicado el libro de relatos La sombra de Caín (Cuadernos del Vigía, 2013), donde se recogen algunas de sus colaboraciones con periódicos como Ideal, Hoy, Sur, El correo o El diario vasco. Le entrevistamos tras publicar la novela Hotel Mediterráneo (Planeta, 2015).

Comencemos con presentar la novela a los lectores, ¿es quizá una novela con secretos, silencios y música para restañar las heridas del alma de quien acude al Hotel Mediterráneo?
En cierto sentido sí. El Hotel Mediterráneo no es propiamente un Hotel sino una casa de acogida para mujeres en peligro de muerte por violencia machista. Su propia naturaleza de amparo lo hace ser un lugar escondido y lejano. Pero contra lo que pueda parecer, la vida de los habitantes del Hotel es bastante tranquila y yo diría que incluso alegre… hasta que surge un problema y eso cambia todo.

Entre tanto personaje femenino quiero destacar, más allá del protagonista, al Presidente, su humor socarrón y su “lenguaje levemente obsceno” que tan bien encaja con ellas, con las mujeres del Hotel Mediterráneo.
Partimos de que ésta es una novela donde los personajes son tan importantes o más que la propia trama. El Presidente, sin duda, es uno de los personajes más entrañables y carismáticos. Como el resto de habitantes del hotel tienen un pasado poco edificante. El Presidente representa la complejidad de los afectos: ¿se puede llegar a querer a un corrupto?

Se palpa en la novela ese tema tan complejo de novelar que es el maltrato, la violencia machista, lo que las víctimas perciben a veces de la situación que les toca vivir con o sin ayuda.
La violencia machista no es el tema principal de la novela pero su presencia funciona como eje que desarrolla la acción. Digamos que es el personaje no presente que hostiga a los demás. Por otro lado el machismo es un tipo de terrorismo, y hasta que las autoridades y la sociedad no pongamos el mismo celo en combatirlo que al resto de terrorismos no avanzaremos nada. No recuerdo que las televisiones en los años ochenta o noventa emitiesen programas donde se ensalzaran los asesinatos de ETA. Hoy, sin embargo, tenemos programas para adolescentes donde hay machismo explícito en todos los discursos. No es cuestión de minutos de silencio ni de condenas políticas, se trata de educar, y educar bien y en igualdad.

A pesar de lo bucólico del lugar, hay un guiño en un momento de la narración a esa necesidad, cierta dependencia de las comodidades y servicios de la sociedad moderna, por ejemplo, un centro de salud si se tienen hijos pequeños.
(Risa). Sí, en la última década y potenciado por la crisis hay una especie de fulgor por volver a lo rural. Y me parece bien, pero creo que muchos urbanitas tienen una visión idílica del campo que no se corresponde con la realidad. La vida rural no es fácil ni cómoda. A menudo no nos damos cuenta de que nuestro grado de sociabilización en la ciudad es muy elevado y creemos que es lo normal. Para nada. Si te vas a vivir al campo o a un pueblo pequeño es conveniente que te guste el silencio y la soledad… pero mucho.

Hay un toque de humor que creo muy oportuno si se está tratando un tema tan serio como el que hemos dicho, no sé qué pensarán los lectores legionarios de ese rollito con la cabra.
El humor está presente en todas mis novelas independientemente del tema que traten. Es una forma de entender la vida. Creo que la risa (sobre todo la que se ríe de nosotros mismos) es redentora. En cuanto a La Legión no sé muy bien qué decirte, je je je; desde luego no he pretendido ofender a nadie, pero cada uno es libre de molestarse por lo que le dé la gana. Esa es una libertad de las más practicadas en España, la libertad del cabreo.

Háblenos de las canciones que aparecen en Hotel Mediterráneo a modo de banda sonora, de su elección, aunque a Tamara -en cierto momento- piense que De cartón piedra, sea una “canción de mierda”… Se lo perdonamos.
Yo quería que el cancionero de Serrat apareciese en la novela por dos cuestiones muy importantes. La primera: creo que es el cantautor que más y mejor ha cantado a la naturaleza y al mundo rural; y como ya hemos dicho la naturaleza es importante en este libro. En segundo lugar, creo que los personajes de mi novela (El Presidente, por ejemplo) son muy parecidos a los personajes de las canciones de Serrat (El titiritero, Curro el Palmo, Edurne, Lucía…); tienden a trascender, a no ser meros actores de una historia. Aspiran a quedarse a vivir en la memoria de la gente.

GINÉS VERA

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