34ª edición Mostra de Velencia: ZerØ & Between two seas

Día 7. Y llegamos al último día de presentación de los títulos de la Sección Oficial a concurso de esta edición de La Mostra. El cartel incluía otras dos cintas. La primera nos pillaba muy cerquita con una producción valenciana dirigida por el debutante Iñaki Sánchez. En ZerØ, dos personajes, un hombre y una mujer, despiertan en medio de un desierto. No recuerdan cómo se llaman. No recuerdan de dónde vienen o algún detalle de su pasado. Pero si hay algo que ignoran y les preocupa realmente es qué hacen allí. Mario y Julia (nombres con los que se bautizan a sí mismos para poder dirigirse el uno al otro) comienzan a caminar sin un rumbo claro por ese paisaje árido, tratando de encontrar una salida, un indicio que les permita escapar de semejante situación. Mario y Julia se pasan todo el día caminando sin llegar a ningún sitio. Cae la noche y se quedan dormidos. Cuando despiertan, se dan cuenta de que han vuelto al punto de partida. Mientras tanto, Mario empieza a tener sueños de una vida anterior… con Julia.

Mezcla de género de ciencia ficción con un relato de corte más personal y realista, ZerØ llegaría a manos de su director como un encargo de la productora responsable del proyecto. Para hacerlo más cercano, Iñaki Sánchez se involucraría en la escritura del guion. “Partimos de una idea original de Ferran Brooks, el guionista. Yo llegué con una versión de guion que era más de tipo fantástico y lo que hicimos fue una adaptación, respetando su origen, pero añadiendo cosas que son más de mi interés y de mi incumbencia, relacionadas con lo que yo he hecho hasta ahora. La idea era no perder el espíritu de lo que había, pero tratar de hacerlo mío. Creo que uno no se puede meter en algo en lo que no cree y, tal y como estaba, necesitaba algo que me permitiera hacerlo más personal”, comentaba Sánchez ante público y prensa. El relato comienza, así, a tomar la forma definitiva que, más tarde, quedaría reflejada en la pantalla. “A esa parte de fantástico le añadimos la parte del drama de los personajes en la vida real, y buscamos la forma de encajar esas dos líneas para que llegara un punto en el que las dos historias se mezclaran. Me plantee, y yo creo que está dibujado en la película, dos líneas de relación de la misma pareja. En una línea se está conformando una relación que parece que va a ir a más, y en la otra se está destruyendo. A mí me gustaba pensar que era como una equis, con un punto donde se tocaban que está marcado en la película y a partir del cual cada uno va por su lado”, concluía Sánchez.

De esta forma, poco a poco se iría modelando un proyecto que tuvo sus muchas peculiaridades por culpa de un rodaje realizado en espacios desérticos, cuestión que complicó la producción. “Rodamos cinco semanas en diferentes desiertos, con la complicación técnica que eso supone”, explicaba Jorge Acosta, productor ejecutivo de la cinta. “Llegar a sitios donde no llegan coches… Recuerdo que el último desierto implicaba un “pequeño” paseo de cuarenta minutos hasta llegar a una localización en la que era imposible acceder.” Tras el rodaje, la post-producción se dilató casi un año en un montaje en el que Sánchez también estuvo implicado. “Empezamos a montar cuando acabamos el rodaje. Al principio, yo montaba algunas escenas en casa. Creo que es una película muy personal en la que el guion es muy parecido a lo que sale en pantalla.” Ser el montador de la película trajo algunas ventajas e inconvenientes. “Inconvenientes es que un año después del rodaje aún estaba liado con el montaje”, comentaba entre risas el director junto a los productores y parte del reparto de la cinta. “Ventajas porque la suerte de lo pequeño de este tipo de proyectos es que puedes dar vueltas, equivocarte, volver a probar. Ha sido un proceso largo de montaje. El primer corte tenía una hora y cincuenta minutos, de los que llegamos a bajar veinte minutos.”

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Pero si en algo descansa esta película es en los hombros de unos actores que llevan en todo momento el peso de esa línea subterránea por la que transitan los conflictos individuales en los que se centra la historia (¡cuidado, spoilers!) “El punto de partida del personaje que interpreta Juan es algo que creo que es muy habitual y que ocurre en la sociedad, y es el miedo a que te digan que, probablemente, te mueres. Es un miedo muy íntimo. Yo mismo peleo por no actuar de esta manera, pero tengo mucho miedo a este tipo de cosas. El conflicto de él y el conflicto a este lado de la trama es algo que sale de mi experiencia personal, del hecho de paralizarse ante la posibilidad de un algo”, comentaba el realizador. Sobre estas premisas, Juan Blanco, actor que interpreta a Mario y presente también en la sesión, construiría un personaje que, en muchos aspectos, se escapaba a su propia experiencia personal. “Por un lado, estaba la parte de los desiertos en la que, como actor, estaba más en descubrir, en entender qué está pasando; esto son sueños, no lo son… Y paralelamente está la otra parte que se centra en el trabajo del miedo y, una vez va progresando, de la culpa. Y todo eso confluye en la catarsis final”, explicaba Blanco, muy entusiasta con el resultado final de su trabajo y con la cinta. “Estas cosas que menciono son las cosas a las que yo sentí que me podía agarrar para dotar de una cierta naturalidad o verosimilitud a cosas muy extremas que afortunadamente no he vivido y que espero no vivir.”

Y así, con Between two seas, llegábamos a la última de las propuestas de esta edición del certamen. Dirigida por Anas Tolba, la cinta narra la vida cotidiana de una mujer en el Egipto contemporáneo. Madre de dos niñas a las que está viendo crecer, la vida Zahra discurre con cierta normalidad y alegría hasta que un desgraciado suceso trastocará todo su mundo. Sin que ella lo sepa, su madre y su marido se confabulan para aplicarle a una de sus hijas la práctica de la ablación. La operación no acaba según lo esperado y se destapa un drama que pondrá patas arriba su relación con la familia y el orden establecidos.

“En Egipto, especialmente en las zonas rurales, está muy inmerso en la tradición. Y eso es muy difícil de cambiar. Esa es una de las razones por la que hicimos esta película”, comentaba el productor Abdulrahman El-Garawany, que vino hasta La Mostra a presentar la cinta. “Hicimos esta película en colaboración con United Nations Women y el International Council Bureau. De hecho, recogimos muchas historias sobre la ablación. No es algo muy fácil de cambiar en Egipto y esa es la razón por la que estamos intentando hacer muchas películas, para concienciar a la gente de que es muy peligroso y poco saludable para las chicas.”

La base de aquello que se cuenta en este trabajo parte del mismo título de la película. “La película en árabe lleva el nombre de la isla en la que rodamos y que representa la diferencia existente entre el conocimiento y la ignorancia. Es lo que queríamos reflejar”, comentaba El-Garawany. “Vemos dos lugares muy distintos separados por el mar. Por un lado, está el lado de la isla más empobrecido. Y luego hay un centro urbano al otro lado más boyante, con hospitales, con educación, es decir, un buen lugar para vivir. De ahí que se llame entre dos mares.”

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La práctica de la ablación en Egipto está hoy prohibida por la ley. Sin embargo, el Estado no llega allí donde la costumbre toma fuerza. “Este tipo de operaciones son ilegales. Según la ley, quien comete dicho delito, ya sea un médico fuera del hospital o en el hospital, es castigado por ley. Esto implica, además, a cualquier familiar, madre o padre, que haya participado en dicha intervención, especialmente cuando hay una lesión o un fallecimiento. Según la ley, cualquier tipo de práctica médica sin licencia ni autorización también está castigada, cosa que queremos resaltar en la cinta”, explicaba el productor. “Hay dos preceptos o leyes que regulan esto, una que lo hace en caso de que no haya lesión y otra en el caso de que sí haya lesión. En el primer caso, se prevén condenas de cárcel de entre uno y tres años, y en el caso de que sí la haya, se prevén condenas de hasta veinticinco años. Sin embargo, aquí lo importante es que las personas no lo dicen, haya o no haya lesión. Menos aún, cuando están involucrados en la operación. En ese caso no se sabe.”

El problema, así, parte de las medidas tomadas por el Estado, pero llegan mucho más hondo, hasta el espacio más íntimo del individuo, la familia. “En las escuelas no hay ningún tipo de educación sexual, es algo de lo que no se habla, y en el caso de la ablación es un tema enormemente sensible. Recientemente se ha empezado a arrojar luz sobre los riesgos que supone, pero incluso cuando se aborda en las escuelas, las mujeres nunca son las que toman las decisiones. Ellas no tienen ninguna capacidad de decidir por sí mismas y es responsabilidad de sus familias. No solo en este, sino en otros muchos asuntos.” A estos problemas, hay que añadir la religión como un elemento de enorme influencia en una población que se somete a las directrices de sus representantes. Un hecho que, además, no hace si no confundir a aquellos que se ven arrastrados por su consejo y dirección. “En ciertas zonas se considera que es una práctica estipulada por la religión, cuando en realidad solo es preceptiva en casos muy específicos y siempre que haya una supervisión médica. Pero esto no está bien entendido. Esto no solo afecta a las familias, sino a los líderes religiosos. En las zonas rurales, los imanes son los líderes de la comunidad y son los que marcan lo que se puede hacer y lo que no. En ese sentido, la gente acata órdenes sin pensar, entre otras cosas porque creen que si hacen lo que dice el imán estarán más cerca de Dios. Y esto incluye prácticas como la ablación. La familia cree que si lo hace será bueno para la niña y para ellos”, explicaba el productor egipcio.

Pero, más allá de lo que narrado, para Abdulrahman El-Garawany la cinta traspasa el marco de la ficción para convertirse en una herramienta de movilización de la sociedad contra una práctica que recibe el rechazo de activistas y la comunidad internacional. Según declaraba a la prensa: “Nuestro objetivo es crear un movimiento y dirigirnos a las familias, especialmente en las zonas rurales, donde la práctica de la ablación está muy extendida, no solo a través de la película, sino de muchas otras actividades con las que queremos llegar a las familias. El gobierno también acaba de iniciar un movimiento en relación con estas prácticas de ablación junto con distintos organismos de Naciones Unidas, que participan en campañas de concienciación para que todos sean conscientes del enorme problema que esto supone.”

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Víctor Erice

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