HANNAH ALDRIDGE creció en las fangosas orillas de Muscle Shoals, His heritage is music and alabama. Un ajuste de cuentas entre su proceso de crecimiento en el Sur y toda una vida tratando de forjar una identidad fuera de él, sus canciones logran un delicado equilibrio entre rebeldía y autodescubrimiento. Estos dos temas se entrelazan en la habilidad narrativa de Aldridge, creando discos que calman como una canción de cuna y golpean como un látigo.
Para quienes crecieron en el cinturón bíblico, la música de Aldridge suena como la voz de una vieja amiga que comprende. Para aquellos que no lo conocen, su música es una iniciación al lado oscuro del Sur, al fundamentalismo cristiano y la lucha por forjar un futuro en un lugar acosado por su pasado.
Hija de la leyenda de Muscle Shoals, Walt Aldridge, Hannah comenzó su viaje musical como pianista entrenada clásicamente. No fue hasta sus primeros veinte años que tomó una guitarra por primera vez y comenzó a usar la música como una vía para lidiar con sus demonios. Con una voz igualmente áspera y melódica, la artista emergente se lanzó a la carretera, entreteniendo a multitudes en diez países y tres continentes con su aclamado álbum debut Razor wire, followed by Gold rush y Live in black and white, un álbum en vivo bellamente capturado grabado en Londres, England.
Aldridge ha expandido su visión artística con el ambicioso y cinematográfico Dream of America, un proyecto altamente colaborativo, producido en tres rincones del mundo con el renombrado artista/productor de Melbourne, Lachlan Bryan, el productor/ingeniero Damian Cafarella y el ingeniero de mezcla sueco Frans Hägglund, el álbum observa a través de la lente de antiguas estrellas de Hollywood en decadencia, encantadores psicópatas y vagabundos cansados, navegando por el submundo de la sociedad a través de viñetas oscuras y románticas. Las inquietantes voces de Hannah, asistidas por la experta producción vocal de su padre, entregan un mensaje catártico de desafío.
La enérgica energía sureña de Hannah Aldridge llega a través de cada altavoz, ya sea en un automóvil yendo a 80 millas por hora por la I-65, en un club de rock en Ámsterdam o en un honky tonk en su ciudad adoptiva de Nashville. El nuevo álbum navega por una fina línea entre el encanto afable del Americana y el estilo crudo, hipnótico y ocasionalmente electrónico de lo que algunos podrían llamar «indie pop noir». Es música para aquellos que buscan enfrentar sus demonios sin seguir atados a ellos. Desplegando una encantadora mezcla de poder y vulnerabilidad, Aldridge cuenta sus historias con la convicción de una campana de iglesia que suena en las calles de un pequeño pueblo de Alabama.
