Original title: First Cow · Kelly Reichardt · USA · 2019 · Script: Jonathan Raymond, Kelly Reichardt · Intérpretes: John Magaro, Orion Lee, Toby Jones…
Original title: Rizi · Tsai Ming-liang · Taiwan · 2020 · Script: Tsai Ming-liang · Intérpretes: Anong Houngheuangsy, Lee Kang-sheng…
Ya hemos comentado muchas veces en este espacio cómo el western se ha convertido en uno de los géneros más interesantes del cine norteamericano contemporáneo. Cuando creíamos que era un modelo pasado de moda, en las últimas décadas ha regresado con un renovado impulso. Y si bien es cierto que el western (o quizá sería más correcto hablar del retrato de la conquista del territorio norteamericano) ha perdido el favor popular que tuvo en otras épocas en sus distintas versiones (la literatura también fue muy pródiga en este terreno), en lo que respecta a un cierto cine autoral se ha revelado como un campo muy fértil para todo tipo de experimentos. Ahora que ha perdido la atención del gran público, he western se presenta como un espacio de gran libertad formal y argumental.
First Cow cuenta las vicisitudes de un modesto cocinero al que apodan Cookie (galleta), que acompaña a una cuadrilla de cazadores de pieles por las aún ignotas tierras del estado de Oregón. Estamos a comienzos del S.XIX y la supervivencia en este espacio salvaje se centra en lo más elemental. Mientras unos y otros buscan cómo enriquecerse en esta nueva nación de promesas, la vida pasa por encontrar cada día algo de comer. Cookie sufre, So, la agresiva reacción de unos hombres curtidos en un paisaje radicalmente hostil. Tiempo después, Cookie llega hasta un modesto asentamiento buscando trabajo. Allí se encontrará con King-Lu, un hombre de origen chino al que ayudó a escapar de un grupo de rusos que pretendían matarle. La deuda contraída por King-Lu une el destino de ambos personajes. Juntos en la desesperanza y la falta de futuro, Cookie y su nuevo amigo urden un plan. Coincidiendo con la llegada del cocinero, un rico terrateniente ha llevado a su hacienda la primera vaca que ha pisado este territorio. Sin que lo sepa, Cookie y su amigo le extraerán al animal algo de leche para hacer unos buñuelos que pronto van a convertirse en una sensación entre los residentes de una zona donde reinan tantas necesidades que un pequeño lujo como este parece una excentricidad. Pero el engaño tendrá sus consecuencias.
Si nos fijamos exclusivamente en el argumento, First Cow se nos presenta como una aventura con todos los códigos del género. So, nos encontramos con un grupo de individuos rodeados en una tierra muy alejada de la civilización en la que no existe la justicia y los hombres deben resolver sus conflictos sin más ayuda que los propios recursos de los que dispongan. In this sense, la convivencia se dirime de acuerdo a la ley del más fuerte. En una de las secuencias más significativas de la película, Cookie y King-Lu están vendiendo con éxito sus buñuelos. Como la producción está limitada a la escasez de materia prima, no hay buñuelos para todos. En la fila, dispuesto a recoger su parte, hay un joven. Solo queda un buñuelo, but, cuando al joven le toca su turno, otro hombre se adelanta y lo aparta a un lado. El chico, molesto, no protesta. Sabe que se juega la vida.
However, en medio de este entorno tan adverso, surge también lo mejor de nosotros mismos. Como en los westerns de John Ford, la cinta de la realizadora Kelly Reichardt es un canto a la amistad (masculina). Reichardt maneja astutamente las expectativas que se crea el espectador. En una tierra sin reglas, la codicia y la desconfianza se convierten en la única ley. Cuando surgen los problemas, no queda espacio para la compasión. Se trata de ti o del otro. Ese contexto, muy bien expuesto en la primera parte de la cinta, dirigirá nuestra mirada permitiendo a Reichardt esconder sus mejores cartas. Cookie y King-Lu encontrarán en esa solidaridad creada entre ambos su mayor aliado. En medio de la adversidad, no tendrán más alternativa que apoyarse el uno en el otro.
Pero este relato no puede apercibirse en todas sus aristas si no ponemos la atención en los modos con los que Kelly Reichardt va trabando la arquitectura de su propuesta. Reichardt se cuestiona la estructura convencional del género, subordinada al desarrollo del argumento, y deja que el tiempo transcurra con mucha mayor lentitud de lo que suele ser habitual en este tipo de producciones donde impera la acción. Es el tiempo de la mirada de Cookie (what, suponemos, es la misma que la de la autora). Tiempo para observar y deleitarse en un entorno que nos habla en cada pequeño detalle. Thus, y tras una breve introducción, la película arranca con Cookie buscando comida en el bosque para la cuadrilla para la que está trabajando como cocinero. En su torpe rastreo entre los arbustos (no es cazador), solo encontrará un puñado de setas. But, mientras busca, mira, y cuando mira nos descubre y nos describe. En esa mirada calma, innocent, ingenua, de Cookie, encontraremos las pistas que debemos seguir.
So, lo que viene a decirnos Kelly Reichardt es que, bajo el mito de la conquista, se esconden las verdaderas raíces de su país. Unas raíces que se hunden en la depredación del territorio (los bosques, los ríos, la fauna) y, above all, en las diferencias de clase. Para King-Lu se abre un tiempo de oportunidades en una tierra nueva. But, contra lo que pueda parecer, las bases de la sociedad ya están sembradas. Hay unos que tienen mucho y otros que no tienen nada o muy poco. En una de las secuencias de la película, el rico hacendado comenta con un amigo la conveniencia del castigo físico como medida para mantener el orden y la ley en su comunidad. A su espalda, a través de la ventana de la gran casa señorial en la que vive, vemos llegar a Cookie y a King-Lu, que ignoran lo que está pasando. ¿Cuál será su destino?
Estos juegos entre fondo y forma dan un salto de gigante en el último trabajo del director de origen malasio Tsai Ming-Liang. In Days, hablar de argumento ya se convierte en un ejercicio todavía más complicado. On the one hand, tenemos lo que parece un hombre de negocios que sufre fuertes dolores en el cuello. El hombre contrata un tratamiento de acupuntura, pero el dolor no parece remitir. Alojado en un hotel, solicita los servicios de un masajista. So, en otra parte de la ciudad, un joven que vive en una modesta vivienda prepara la comida que, tras cocinarla, venderá más tarde en un mercado. El joven también se gana la vida haciendo masajes a domicilio. La relación entre ambos hombres pronto se revela como algo más que un mero acuerdo comercial.
Como en la cinta de Kelly Reichardt, Days es un trabajo que supera las convenciones para ofrecernos una propuesta que pone sus expectativas en la mirada del espectador. Aquí no se trata tanto de atender a una serie de acciones que tengan una serie de consecuencias que nos permitan extraer conclusiones. De lo que se trata es de mirar atentamente a aquello que, de forma generosa, nos enseñan cada una de las imágenes de la pantalla. Una vez el espectador se presta a este juego, empieza a conectar con aquello que subyace y trasciende la mera descripción de lo mostrado y se entrega a establecer relaciones. Seran, again, los pequeños detalles los que nos vayan guiando, sugiriendo, puntos de apoyo o enlace con las emociones que se busca exponer.
Days arranca con un hermoso plano fijo. En el cuadro, a man (Kang, según las notas de producción), mira a través de la ventana. Fuera, en el exterior, llueve. En apariencia, no sucede nada más. Pero esto no es cierto. Basta atender al porte de ese hombre, a la sombra de pesar que parece cruzar su mirada para entender que algo puede estar ocurriendo. While, el sonido de la lluvia, la aparente calma (o inquietud, según se mire) que transmite su repiqueteo sobre el cristal de esa ventana nos inspira sentimientos y nos anima a especular. Otra imagen: un bosque frondoso. Anochece y la lluvia limpia el ambiente. After, un joven limpia la comida con una manguera acuclillado en el suelo de su casa. Again, parece que no pasa nada, pero esta nueva imagen acumula mucha información. Nos habla de la condición social del joven. Nos habla de la paciencia y meticulosidad que requiere la tarea que está realizando.
And so, nosotros, as spectators, vamos sumando. And it is that Days es un trabajo cuyo desarrollo se sustenta en esa adición de elementos. Tsai Ming-Liang se apoya en un sutil entramado de texturas (the rain, el bosque, el suelo de un cuarto de baño, el fondo de la ciudad) con las que irá envolviendo a un espectador que, in this case, no puede ser un espectador cualquiera. Para poder entrar en este mundo, es necesario un ojo especial, sensible, que no mire con indiferencia un paisaje que, a pesar de la distancia física, in our case, y de las diferencias culturales, podemos reconocer muy fácilmente. Texturas que, como decíamos, provocan sensaciones (melancolía, pobreza, fatiga, desorientación) what, in turn, nos empujan hacia un algo que pueda parecerse a una especie de desenlace. Texturas que se tejen, above all, con la luz. En uno de los planos más bellos de esta película, Kang se encuentra descansando en la habitación de su hotel, sentado en un cómodo sillón. La luz del atardecer entra de manera oblicua a través de la ventana. El hombre queda a un lado, casi en penumbra, while, marcando un contraste, un haz de sol dibuja una de las mesas del dormitorio, construyendo formas. El cuadro es profundamente evocador.
Y los cuerpos. Days es, above all, una película sobre cuerpos. Cuerpos que buscan y se encuentran, y en el encuentro todo cobra sentido. In this regard, la secuencia del masaje es de una sensibilidad sobrecogedora. Ming-Liang mima esos cuerpos como si fueran piezas de porcelana. Sentimos el tacto de su piel, el tono y la tensión de los músculos, y nos deleitamos en la sencillez y, at the same time, elegancia de cada movimiento de los personajes. A esto hay que añadir la honestidad de unos rostros y unas miradas que nos hipnotizan. In this sense, conviene destacar la labor de un reparto de gran brillo compuesto por Lee Kang-Sheng, uno de los actores fetiche del director, interpretando a Kang, y Anong Houngheuangsy que, como sucedió años atrás con el propio Kang-Sheng, fue encontrado en la calle por el director malasio y sumado al proyecto. Este origen anónimo de los actores queda impreso de manera indeleble en cada fotograma de la película, transmitiendo una verdad pocas veces alcanzada en el cine.
In Days dos hombres que no se conocen se encuentran en una pequeña habitación de un hotel. A su alrededor, una urbe que los aplasta contra el fondo. Solos, aislados del exterior, del ruido, encuentran de nuevo un otro en el que poder apoyarse. En la necesidad de no sentirse solos, surge la amistad, quizá el amor. Una de las películas más bellas que se han visto en una pantalla de cine en los últimos tiempos. GERARDO LEON